sábado, 26 de enero de 2019

El vino viaja por España... II parte




















 01 de junio de 2018

Al día Siguiente, Rioja particularmente, Haro considerada capital del vino Riojano y con ello un paso rapido,  a la más antigua bodega de la zona  Viña Tondonia, su sala de tonelería  y tienda.



















para luego trasladarnos  y vivir la experiencia



vinos que ya conocíamos, que habíamos podido disfrutar en Venezuela pero  bajar en ese paraje privilegiado, con paisajes especiales, una construcción vanguardista, un Señor Ricardo que nos abre las puertas de su empresa, y dos mujeres con un carisma conocimiento muy profundo y con el deseo de solo hacer las cosas súper bien, te dejan enamorado de la marca.  

























Primero imagínense y luego observen la foto, un terraza donde el infinito y más allá está frente a tus ojos, donde logras visualizar y saber que amas claramente la inmortalidad del ser,  con un salón totalmente adecuado para hacer una degustación de vinos por un lado y junto a esa mesa, otra elegantemente servida no solo para picar, más bien para largas horas disfrutar,  bueno así mismo es. 







 
Bajo esta condición vivida, el encuentro con el Sr. Ricardo, Adriana y  Elena transcurrió  la hora del almuerzo con un plato mejor que el otro, degustando todos sus vinos a nuestra discreción, el tiempo fue imposible detenerlo y la mesa imposible dejarla.  Nada más importaba esa tarde porque lo que estábamos disfrutando no tenía precio.  La calidez humana y amistad entregada nos cautivó.   Pasear esa mañana por sus tierras, conocer de historia,  observar el trabajo en campo, compartir con sus trabajadores la tierra y las cosas que en ese instante tenían que resolver, visitar las instalaciones de la moderna bodega para pasar a ese inmenso salón de lujo, pulcro y degustar todos sus vinos a plenitud fue cautivador. 
 




























Traerme a casa un Leukade y un Garnacha firmado por ellos completó el escenario.  Personas que admiras.
























    

Llegamos tarde  a Vivanco Bodega, museo de la cultura del Vino y con muy poco tiempo por culpa de la buena vida, visitamos de forma individual y al ritmo de cada uno  como el nacer, crecer, madurar, guardar las esencias, el trabajo de bodega, el vino no solo como liquido o alimento también como arte y símbolo de más, abrir, servir y beber para culminar en el jardín de Baco observando cientos de cepas y variedades  cada una identificada de manera total y absoluta.   Un lugar que requiere de muchas horas para quienes hacemos del vino y de la cultura vitivinícola  una pasión. 

 












 














































Entre las cosas curiosas en positivo, España se encontraba para esas fechas con desordenes climatológicos y solo escuchabas o leías  los pronósticos del tiempo que informaban sobre agua, mucha agua, más agua, pequeñas inundaciones de viñedos, zonas donde alguna helada o granizo había pasado y para nosotros y nuestra ruta estaba protegido por algo más que la naturaleza.  El sol, el buen clima nos acompañó cada instante. Si llegaba a llover porqué sucedió, estábamos en bodega o en autobús rodando, y minutos después como si nada hubiera pasado.  









Vicente A. González
Integrante de la Sociedad Gastronómica de Mérida.
Sommelier, Sumiller 






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